viernes, 27 de septiembre de 2013
En el mundo del fútbol son muchas las voces que sostienen que un buen entrenador es aquel que cuenta con un estilo definido y claro, con una idea del juego preconcebida, y que es capaz de aplicarla en cualquier equipo. Otros, menos puristas, argumentan que la misión del entrenador es la de adaptarse a las circunstancias del equipo al que llega, de sacar el máximo rendimiento a sus jugadores, y, en definitiva, no imponer un esquema táctico sin conocer la singularidad de la plantilla.

Luka Modric
Ancelotti llegó a Madrid con una idea clara; practicar un juego de toque y asociativo, sin caer en la posesión estéril e ineficaz. Para lograrlo contaba en sus planes con juntar sobre el verde a dos “dieces”, dos enganches de calidad exquisita, Isco y Ozil; acompañados en el mediocentro por Luka Modric, pieza fundamental en el esquema del técnico italiano. Este proyecto inicial se basaba en aglutinar en la medular blanca hombres talentosos  y con buen manejo del esférico, formar un triángulo de seda, que lograse controlar el juego, encontrar líneas de pase con facilidad y buscar una permanente movilidad de tres cuartos de cancha en adelante. De este modo, Ozil, Isco y Modric fueron titulares en los dos primeros encuentros de liga, frente a Betis y Granada.

Sin embargo, los acontecimientos se sucedieron, y en el último día de mercado de fichajes, Ozil abandonó Chamartín  destino Londres, y, precisamente de la capital inglesa, llegaba un Gareth Bale con la vitola de futbolista más caro de la historia y mejor jugador de la Premier League. Claro que la decisión de desprenderse de un  futbolista de la categoría del alemán no fue sencilla. Con el fichaje de Bale prácticamente consumado, aparecía un nuevo interrogante, ¿quedarse con Di María o con Ozil? Ancelotti apostó por el argentino, quien ha hecho todo lo posible para quedarse, lo que motivó la marcha de Ozil al Arsenal.

Aspectos económicos al margen, la decisión de mantener a Di María, deshacerse de Ozil y traer a Bale es toda una declaración de intenciones. La idea iniciática de fútbol control o fútbol de toque da paso a un fútbol vertical y frenético, de transiciones vertiginosas. Di María aporta más intensidad, a niveles tanto defensivos como ofensivos; se trata de uno de los jugadores más habilidosos y desequilibrantes de la plantilla, y uno de los más sacrificados en labores defensivas.

Ángel di María
Con la salida de Ozil el Madrid dice adiós a ese planteamiento primigenio de elaborar en el centro del campo y controlar los partidos desde la posesión del balón. La misión de Ancelotti será ahora la de saber combinar el juego preciso y armonioso de sus finos estilistas (Modric, Isco, Benzema, Alonso, Illarra…) con la verticalidad y rapidez de sus hombres exteriores, Di María, Cristiano y Bale. Lo cierto es que el técnico italiano no ha encontrado un sistema táctico que ofrezca garantías.  


En lo que llevamos de temporada Ancelotti ha utilizado tres esquemas diferentes; empezó con un 4-3-3, con Isco y Modric como motores del juego blanco y un tridente atacante formado por Ozil, Cristiano y Benzema. Posteriormente adoptó el cásico 4-2-3-1, un esquema conocido por la plantilla merengue, con Di María y Cristiano en las alas, Isco de enganche y arriba Benzema. En Elche vimos un nuevo dibujo táctico, un 4-4-2, con Isco partiendo desde la banda izquierda hacia el centro, Di María por la derecha y una dupla atacante formada por Cristiano y Benzema. Ancelotti está buscando dar con la tecla que logre disipar todas las incógnitas originadas desde el arranque de campaña; la incertidumbre rodea a este nuevo Real Madrid, que no acaba de arrancar, que vence sin convencer.

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Artículo por @luisalonsoagun

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