martes, 27 de agosto de 2013
Gol. Es la palabra que define el fútbol. El resultado a la solución del balompie. El final de la quimera futbolística. Sin gol, no hay gloria. Y el Betis, por el momento, no la tiene. 

Como en el Bernabeu, al Betis del pasado Domingo le faltó gol. No hizo un mal partido, ni mucho menos. Sobre todo si subrayamos, al decir esto, en la primera mitad. Tomó la posesión de balón desde el primer minuto, adelantó líneas y se comió al rival, al cual encerró y provocó que defendiera en oficio. Y eso, ante el Celta de Luis Enrique, equipo de gusto exquisito con la pelota, es de mérito. Y tuvo infinidad de ocasiones con un ritmo de juego elevado. Pero se topó con una noche estelar de Yoel, que sacó todo lo que le dispararon; además, pareció tener un complot con las maderas. Verdú de falta, Paulao en los saques de esquina y balón parado y Jorge Molina lo intentaron hasta 5 veces en la primera mitad, pero el meta, como si de un felino se tratase, siempre atacaba el balón. Fue el único que mantuvo con vida a un decepcionante Celta al descanso. 
Yoel se hizo un partidazo


En la segunda parte, cambió la película. Mismo guión que el del Santiago Bernabeu. Otro problema del Betis es su condición física. Le perjudica bastante si hace un esfuerzo desgastado en la primera mitad, como ya se le vio también ayer. Y es que es lógico. Lleva el Betis tres partidos en siete días, demasiados para este trámite de campeonato, en su inicio, en pleno Agosto, y con el equipo por componerse aún. Como el Madrid, el Celta, con un oficio inmenso, aprovechó esta circunstancia para estirarse y marcar todo lo que el Betis no pudo convertir 45' antes. Y se llevó el gato al agua.

Aún así, no se le puede reprochar nada al Betis. Lo intentó, atosigó al rival y buscó la victoria. Sólo era falta de puntería. Pero claro, faltaba el artífice de la efectividad, Rubén Castro. Salió en la segunda parte para demostrar su valía, lo incondicionalmente importante que es él para éste equipo. Un disparo, un gol. Y es que el Betis, sin él, está sufriendo de lo lindo de cara a efectividad. Se agarra a balones parados en los remates aéreos de sus centrales, o al juego de espaldas de Jorge Molina. Al cual, por cierto, se le pitó injustamente al cambio. A un jugador que el año pasado hizo trece goles, y que fue el máximo goleador saliendo desde el banquillo -sin contar con Cristiano Ronaldo y Messi- no se le puede reprochar nada. Pero claro, se le entiende que es el responsable del gol ahora mismo, y la afición, si no las ve dentro, se desespera. 

Por eso, más que nunca, el Betis necesita a Rubén Castro. Y a vuelto. Justo en el mejor momento posible. 

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Artículo por @TonijazoRM

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