viernes, 23 de agosto de 2013
La historia de Diego Costa, es una historia rara en el mundo del futbol. Siempre nos cansamos de oír de cómo este o ese jugador apuntaba maneras desde bien pequeño, pero con Diego no fue así, hasta el punto de que entro en su primer club de fútbol a la edad de dieciséis años, y fue en un club humilde como el Barcelona Esportivo Capela de Brasil. Pero no todo es mala suerte, y él azar quiso que el Braga de Portugal lo descubriera de casualidad y se fijará en él para su equipo reserva. Después fue cedido al Peñafiel de la segunda portuguesa y de allí, como todos los fichajes del futbol portugués, Jorge Mendes se lo vendió al Atlético donde fue cedido temporada si y temporada también, hasta el año 2012 donde se ganó un hueco en el equipo, por su buen final de temporada con el Rayo Vallecano.


Diego Costa celebra un gol
Ahora analizaremos en que ha cambiado Diego Costa, para que pasara de ser un descarte temporada si, y temporada también a ser el ídolo de la parroquia colchonera. Empezaremos hablando de su principal virtud, una velocidad y potencia de salida entre las mejores del mundo, algo de lo que siempre ha disfrutado, como pudimos ver en España por sus cesiones a Albacete, Celta, Valladolid y Rayo. Otra de sus virtudes, es el manejo de su cuerpo para sacar ventaja de balones aéreos y ganar la posición a los defensores rivales con sus metro ochenta y ocho y sus 85kg. Pero todas estas virtudes, se veía ocultas para el Atlético por unos defectos que para un delantero eran básicos no tener. Diego Costa nunca se caracterizo por su olfato goleador (56 goles en 194 partidos), y además era un jugador que nunca levantaba la cabeza, y cuando la levantaba era para pegarse con los rivales.

Entonces llegó la temporada 2012, Diego Costa la empezó viniendo con más peso del debido a la pretemporada rojiblanca, y tuvo una importante lesión que le dejo en el dique seco durante 6 meses. Una vez recuperado, Diego fue cedido a mitad de temporada al Rayo de Sandoval, y parecía otro jugador. No sabemos si fueron los seis meses lesionado lo que le hizo madurar, o fue Sandoval, pero apareció el Diego Costa que conocemos ahora. Ahora corría con sentido; levantaba la cabeza y se fijaba en la posición del portero y la de sus compañeros, para saber si debía tirar o asistir, haciendo mejorar su juego y sus datos goleadores: 147 partidos y 34 goles antes del Rayo y 47 partidos 26 goles desde entonces; y luchaba por cada balón como si fuera una final del mundial haciendo así, que en la siguiente temporada, el Atlético decidiera que él debía ser el tercer delantero tras Falcao y Adrián.

Este último venía de hacer un maravilloso año, pero empezó la temporada con mucho cansancio, tras jugar los juegos olímpicos y Diego Costa le ganó el terreno con su garra, entrega y sobre todo madurez. El último gran cambio de Diego Costa, ha sido que el “Cholo” Simeone le ha hecho ver que debe aprender a no calentarse, pero si a usar sus habilidades adquiridas en su época en las favelas para sacar del partido a los rivales, y que no sea al revés.


Ahora los rojiblancos tienen un delantero estrella, que disputará la Liga de Campeones por primera vez, que ha renovado por el Atlético y por el que muchos equipos de Europa suspiran, hablándose de ofertas de 35 millones, tras llegar con dieciocho años siendo un desconocido.

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Artículo por @iavnwee

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