domingo, 25 de agosto de 2013
20.30 de la noche. El RCDE salta a calentar al campo en Cornellà-El Prat en el primer partido que juegan los blanquiazules en su feudo, con su gente. El jugador nº12 ya rugía hacía una hora, haciéndose notar en Barcelona. Los jugadores estaban arropados gracias a su afición.
Necesitaban ese cobijo que en Balaídos no pudieron tener, o que tuvieron pero sirvió de poco. Delante, un Valencia con ganas de ganar (o al menos intentarlo) con garra, y a priori, favorito para llevarse el partido. Pero para ganar un partido, hay que jugar 90 minutos.
Aunque ya se sabe que muchas veces sobre el papel no hay nada escrito. Y eso es lo que pasó ayer en el estadio del Espanyol. Empezó el partido a las 21.00 de la noche y nada más rodar la pelota se vio un comienzo de partido muy igualado. Los ches salieron con muchísima intensidad, igual que los locales, que fueron dispuestos a avanzarse en el marcador.


Los de Aguirre no se arrugaron a la hora de encarar a puerta y Simâo ya tuvo la primera ocasión de gol en el primer minuto de partido tras un centro de Pizzi. El Espanyol avisaba de que quería llevarse el triunfo delante de toda su gente y devolver la ilusión en Cornellà.
Los blanquiazules tuvieron mala suerte porque en menos de 6 minutos llegaron con mucha garra a la portería de Diego Alves, y haciendo un gran partido en todas las facetas del campo; Ordenados atrás y con grandes combinaciones tanto en el centro del campo como en el ataque. Pero una gran jugada del Valencia por banda derecha, y tras un gran pase de Jonas, hizo que Helder Postiga, en el corazón del área la pusiera al fondo de las mallas de la portería de Kiko Casilla.

Se hizo el silencio y la afición perica tenía mucho miedo. Los aficionados, a pesar de tener el corazón en un puño, seguían animando y sin rendirse, porque tras el gran inicio del partido de ayer, tenían ese sexto sentido que les decía que iban a empatar. Y así pasó.
A pesar de que el Valencia se avanzase en el marcador, los de Djukic fueron en defensa muy previsibles, y con muchas interrupciones en el juego. Tuvieron un estilo muy conservador, defendiendo a partir del centro del campo, pensándose que ya tenían el partido en el bolsillo a los 10 minutos de partido.

Diego Alves (28)
Pero no se rindieron los pericos. Lucharon para empatar, y un córner picado por parte de Simâo la puso en el corazón del área para que David López pudiera rematar a placer en la portería de Diego Alves. La afición se vino encima, habían trabajado muchísimo para poder conseguir un gol que sería ideal tanto para el equipo como para la afición. Se volcó tanto el equipo como la grada para poder ir adelante, y devolver la ilusión que querían dar los pupilos del entrenador mexicano.
Así acabó la primera mitad, con el marcador en tablas pero que supo a poco para el RCDE, que tuvo más méritos para irse por delante en la primera parte. 

El Valencia a partir del empate fue a menos, deshinchándose tanto en intensidad como en construcción de las jugadas. Los de Djukic estaban tan impotentes que Banega, el constructor del centro del campo, estaba pensando cómo hacer las jugadas, y perdiendo tiempo; Tiempo, que aprovechaba el Espanyol en marcar.
Los de Aguirre salieron en la segunda parte aun más intensos si cabe. Buscaban el gol, querían llevarse un partido que se lo merecían, y la afición lo veía. Veían que los blanquiazules podían empezar con buen pie en el debut en su feudo. Y en el 47, un centro desde la derecha, hizo que Stuani rematase con la cabeza, fríamente, hasta dejarla al fondo de las mallas de la portería che.

El Valencia estaba impotente, estaba desaparecido, nulo. No se podían creer que el Espanyol
Víctor Sánchez (25)
volara en Barcelona. Djukic no sabía ni que hacer, estaban pidiendo el final del partido mientras que el Espanyol estaba disfrutando de la gesta que se estaba viviendo en Cornellà-El Prat.
Se relajó un partido que el Espanyol lo tenía muy dominado. A partir del segundo gol, los blanquiazules quisieron estar firmes y ordenados en defensa, y dejar la pelota al Valencia para poder intentar algo imposible, al menos por lo que se veía en el tapete catalán: remontar. El Valencia elaboraba jugadas, pero para perder tiempo, estaban desordenados en el esquema que había planteado Djukic.

Mientras, el serbio, no protagonizaba ningún cambio en su dibujo táctico. Había tirado la toalla, y lo que deseaba era que Velasco Carballo pitase el final y pasar página de un fin de semana muy negro para el equipo del Turia.
Y llegó el momento más esperado para toda la afición perica: A falta de 10 minutos para el final, llegó el debut soñado de Manu Lanzarote. El catalán salió al césped de Cornellà supliendo a Stuani en la banda derecha e hizo muchísima faena. Revolucionó el partido. Él y Thievy hicieron una de las jugadas de la jornada.

Manu Lanzarote (29)
A falta de 5 minutos para el final, Manu Lanzarote se inventa una espectacular jugada. Des de la derecha, hace una diagonal, encara a Guardado, hace una bicicleta y para remate, un caño, la deja a Thievy y el franco-congoleño remata a placer un fusilazo imparable que rompe las telarañas. La escuadra de la portería che quedará marcada para muchas jornadas.
David se comió a Goliat. Los pericos volaron y volaron sobre el cielo de Barcelona para decir que aún no están muertos. 2 remontadas en 2 jornadas, y 4 puntos bien merecidos para el equipo de Javier Aguirre. Si siguen en la misma senda, darán mucho de que hablar.

Mientras, si el Valencia quiere luchar en puestos europeos, a partir de esta semana han de cambiar el chip, porque están muy cuesta arriba. Si no, la Europa League será un milagro. Ganaron al Málaga por un error de Caballero, y esta semana han perdido merecidísimamente. Recordar que el Valencia esta semana juega contra el FCB y el Espanyol contra el Betis.

El Hombre del partido: Víctor Sánchez. Dio mucha estabilidad en el centro del campo cuando el partido se rompía por momentos, calmando y cortando todas las jugadas que hacían los de Djukic

La sorpresa de la jornada: Manu Lanzarote. Hizo un debut sobresaliente. 10 minutos que jugó y empañó jugadas de una calidad altísima, sobre todo con el gol de Thievy, que medio tanto era del catalán.


El peor del partido: Ever Banega. Estaba descolocado el centro del campo, y cuando más lo necesitaban para la construcción de las jugadas, el argentino podría haber hecho más, pues es un gran centro campista.

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