domingo, 21 de abril de 2013

El Celtic de 1967, aquél que ganó la Copa de Europa con una plantilla de nacidos a menos de 50 kilómetros de Glasgow dirigida por otro natural de natural de las tierras bajas como Mister Jock Stein, abrió el camino. El barakaldés Clemente con el Athletic ochentero, o el santpedorí Guardiola y su reciente Barcelona, no hicieron más que confirmar la teoría.  Poner a un hombre de la tierra al frente del equipo local suele dar un plus de motivación que normalmente llevará al éxito.

Fernando Vázquez (58)
Muchos experimentos ha necesitado el Deportivo de La Coruña para acordarse de esta máxima. Desde los tiempos gloriosos de Arsenio Iglesias, oriundo de Arteixo, sólo habían vuelto a la primera fila de la élite en época de Irureta, recurriendo al gasto de cantidades casi obscenas de dinero que, por obra y gracia de la ingeniería financiera, es ahora, una década más tarde, cuando están pasando factura. Así, cuando la crisis aprieta, se ha hecho imprescindible recurrir al producto local. Aunque llevara siete años retirado del negocio.


Pero al castrofeiteiro Fernando Vázquez, de oficio maestro de inglés, no se le ha olvidado el arte de enseñar. Su llegada ha revolucionado a un equipo que se veía desahuciado y sin posibilidad de recurrir a escrache alguno, con un plantel ajeno a cualquier cosa que sonara a compromiso por el club, y con multitud de líos institucionales. Vázquez ha conseguido apaciguar al extensísimo clan de los portugueses (ay, Mendes y sus comisiones), ha convencido a los muchos ex atléticos que pueblan el vestuario de que, si se lo proponen, pueden jugar con tanta agresividad como el cuadro de Simeone y, sobre todo, ha recuperado para la causa a Valerón, aun a sus 37 años uno de los jugadores españoles  más talentosos de la actualidad, con todo lo que eso significa.

Las consecuencias no se han hecho esperar: una serie de victorias consecutivas han sacado a los blanquiazules del pozo, al que ahora parecen haber caído sus vecinos del sur, y les han dado opciones más que razonables para mantener la categoría, algo que parecía impensable sólo hace un mes. Vázquez, un hombre humilde y trabajador como suelen ser casi todos los aldeanos, no sacará pecho si lo logra: es su trabajo. Con suerte, si los árbitros le dejan, se dedicará a correr la banda celebrando los goles al galope, repitiendo la que fuera una de las estampas más características de la naciente Liga de las Estrellas allá en los 90.

El Valencia- Málaga acabó con 5-1
A las estrellas lleva años aspirando el Valencia, eterno tercerón que, esta temporada, ni siquiera tiene fuelle para colarse en el podio. Los blanquinegros son otra víctima más de los jaleos de despachos. Tras la dimisión de Manuel Llorente, han tenido tres presidentes en menos de un mes; ninguno de ellos parece haber perdido la confianza en Ernesto Valverde, quien, más o menos, ha conseguido enderezar el rumbo del club tras el muy errático arranque con el timonel Pellegrino. Precisamente, las últimas noticias desde el Turia anuncian la contundente goleada que le ha caído a su casi tocayo Pellegrini y su no menos errático Málaga.

Con Valverde, el club del murciélago vive razonablemente bien. Da la cara contra los grandes (salvo el hundimiento contra el Real Madrid), rasca puntos de campos difíciles y de vez en cuando se permite alegrías en forma de victorias holgadas. Pero aun así, no ha sido suficiente para recuperar la tercera posición, el campeonato de la liga de los humanos, que parece estar definitivamente teñido de rojiblanco. De hecho, ni siquiera está garantizada la presencia en la próxima Liga de Campeones, ya que ha surgido un candidato inesperado: la Real Sociedad. Rememorando los viejos tiempos de Denoueix, otro francés, Montanier, ha conseguido armar un bloque que mezcla lo bueno del Athletic (muchos talentos de la casa) con lo que le falta a los leones: refuerzos de fuera en posiciones clave.

La afición de la Real Sociedad
Así, el bloque liderado sobre el césped por el francés, y sin embargo canterano, Griezmann está formado por un puñado de euskaldunes muy guerreros y peleones, aunque no exentos de calidad, aderezado con el mexicano Vela rompiéndola por la derecha, el chileno Bravo echando el cierre bajo palos y el asturiano José Ángel aportando profundidad y solidez defensiva en la izquierda. No está Alonso, pero hay otro Xabi, de apellido Prieto, como digno heredero en la tarea de mantener el orden. Sin alardes pero con constancia, las camisetas blanquiazules están opositando para ser el representante vasco en Europa el año que viene.

Una  de las incorporaciones de lujo de esta Erreala, el citado José Ángel, está cedido por la Roma, club que protagoniza otra de las noticias de la semana. Totti y compañía consiguieron el pasado miércoles imponerse al otrora poderoso Inter y meterse en la final de la Coppa Italia. En la final, prevista para la última semana de mayo, no les espera un rival cualquiera: se verán las caras con la Lazio, en la primera vez en la historia en que la última ronda del torneo del KO es un derbi romano.

Lo del “torneo del KO”, en este caso, no es sólo el habitual tópico redundante de periodista de estilo florido. Los enfrentamientos entre la Loba rojiamarilla y el Águila blanquiceleste nunca han sido relajados, pero últimamente están alcanzando unas cotas alarmantes de violencia. No hace ni dos semanas que se cruzaron en liga y, aunque sobre el césped se mantuvieron las formas (tanto que el partido se saldó con un anodino 1-1), el balance entre las hinchadas fue de seis heridos por arma blanca, altercados en numerosos puntos de la ciudad, y llamamientos tan bienintencionados como estériles del alcalde y demás fuerzas del orden para intentar mantener la calma.
La final de Copa será un derbi de Roma

En todo caso, al menos una polémica innecesaria sí que se ahorran los italianos: la sede del encuentro se conoce desde principios de temporada, con antelación más que sobrada, y no ha lugar a polémicas absurdas. Este año, además, viene muy bien a los dos equipos, ya que se trata del estadio Olímpico de Roma, propiedad del Comité Olímpico italiano y escenario habitual de los partidos como locales tanto de unos como de otros.

Sobre el papel no hay favorito, ya que la posición liguera de ambos es muy pareja: los dos luchan por meterse en plazas europeas, ya sea Champions o Europa League, tarea más difícil de lo que parece habida cuenta de que en Italia no van cuatro a la máxima competición, sino tres. Quizás, por tradición, habría que darle una cierta ventaja a la Roma, campeona del torneo ya en nueve ocasiones, la última en 2008. La Lazio tiene menos títulos (5) pero más recientes: llevó la escarapela tricolor en la camiseta en 2009. Gane quien gane, media Ciudad Eterna estará contenta… si se consigue que la fiesta no acabe en tragedia.

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Artículo por @tejomachuca

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