martes, 4 de diciembre de 2012

Hay una serie de jugadores que han dejado su huella en las páginas más gloriosas de la historia del fútbol. Podríamos hacer un reportaje sobre Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Maradona, Zidane… talento puro al servicio del balón. Ganadores de Mundiales, Copas de Europa y ligas de primer nivel. Sin embargo, por muy obvio que parezca, el fútbol es un deporte donde juegan 11, y si no se hubieran rodeado de un gran equipo, estos jugadores no hubieran llegado a lo que han sido.


En algunos casos, los mejores jugadores se mantienen fieles a su equipo de toda la vida, y esto no tiene por qué suponer un problema, si eres alguien como Xavi Hernández, Raúl González, Steven Gerrard, Frank Lampard, Oliver Khan, Paolo Maldini, Alessandro Del Piero... Pero si un jugador de gran talento comienza en un club pequeño antes o después se marchará a un equipo con unas miras más altas.

“Welcome to Southampton, 
you’re entering the country from Le God”

Así rezan varios carteles a la entrada de la ciudad donde el jugador del que vamos a tratar hizo disfutar durante 16 temporadas a todo fiel que se acercara al Victorian Former Ground (más conocido como The Dell).

Estamos hablando de un futbolista, ante todo, particular. Una de las mejores perlas que ha dado Inglaterra en los últimos veinte años en un equipo que casi siempre luchaba por mantenerse en Primera División, y no siempre lo conseguía.

Matthew Le Tissier (Guernsey, 1968), nacido en una pequeña isla del Canal de la Mancha, separando Francia e Inglaterra. El “Dios” del fútbol inglés se unió a la escuadra del Southampton en 1985, quien lo fichó con tan sólo 17 años, proveniente del Vale Recreation, el equipo de su ciudad.

 Para mí, salir de mi pueblo fue como pisar la Luna,  así que disfruté de lo único que se me daba bien, jugar al fútbol y beber cerveza

Estamos hablando de un futbolista de élite con un estilo de vida lejos de dietas estrictas y restrictivas, hoy tan comunes en cualquier deporte. Físicamente tenía tendencia a coger sobrepeso, basada en su gusto por las hamburguesas y el chocolate, lo que le convertía en un jugador incapaz de desbordad por velocidad y de poco recorrido en el campo.


Sin embargo, tan grande era su talento que el físico era lo menos importante. Su visión de juego y una diestra divina le hacían capaz de dirigir pases kilométricos con la misma precisión con la que limpiaba de telarañas la escuadra de la portería rival, y lo más singular era cómo todo lo hacía con una facilidad comparable a la forma en la que bebía jarras de cerveza en el pub.

Matthew Le Tissier (44)
En su primera temporada en el equipo de Hampshire (1986-87) ya anotó 10 goles, siendo nombrado, 3 años después, mejor jugador joven del año de la liga inglesa, tras conseguir 24 goles, algo más que considerable, sobre todo teniendo en cuenta que era centrocampista.

Este futbolista no pasaba desapercibido para los grandes clubes, y a lo largo de su carrera equipos como el Man. United, Liverpool, Tottenham, Chelsea, Milan, Juventus o Atlético de Madrid trataron ficharlo para su equipos, y mientras sus compañeros de equipo Alana Shearer, Mick Channon o Peter Shilton iban abandonando el club, Matthew decidió defender la camiseta de los “Saints” año tras año.

“No hablaba una palabra de italiano
 y allí no  tendría a mis amigos para hablar en el pub”

El 7 del Southampton marcaría un total de 210 goles en los 540 partidos que disputó con su equipo (0.39 goles por partido), entre los que se incluyen 49 penalties anotados de 50 lanzados, tan sólo Mark Crossley del Not. Forest tuvo el honor de detener un lanzamiento de Le Tissier en 1993.

Debido a su procedencia “Le God” optó por defender la camiseta de la selección de fútbol de Inglaterra en lugar de la de Francia, pero este jugador sólo llego a disputar ocho encuentros con la elástica de los “pross” debido a su descuidada forma, su carácter poco mediático y su fama de perezoso y falto de compromiso en los entrenamientos.

Para desilusión de los fieles del Southampton, con el comienzo del nuevo siglo, la figura de Le Tissier se fue diluyendo, jugando cada vez menos partidos, hasta que finalmente colgó las botas en la temporada 2001-2002, y su equipo le rindió un partido homenaje contra un combinado de la selección inglesa.

Matthew Le Tissier, el 7 que ganaba él sólo partidos contra el líder de la Premier, salvaba a su equipo del descenso con un gol desde 50 metros o lo devolvía a la máxima categoría. Sus goles pasaban a convertiste en auténticos episodios mitológicos para la grada. En la misma jugada, un control de espuela, un sombrero y un disparo a gol. Así era el mito del Southampton.

"HE IS GOD, LE GOD"

En una liga donde el físico y la fuerza bruta eran la nota predominante, los campos de fútbol no eran las perfectas alfombras verdes que estamos acostum- brados a ver hoy día y los balones eran más aptos para el patadón que para los regates destacaba esta figura tan particular.

“Es fácil jugar en el Man. United o en el Liverpool. Yo prefiero jugar al borde del abismo, con presión, sacando a un equipo de bajar a Segunda. Jugar en los mejores clubes es un reto bonito, pero hay un reto mucho más difícil: Jugar contra los grandes y ganarles. Yo me dedico a eso…”

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