jueves, 3 de octubre de 2013
El Real Madrid gana cómodo pero no termina de convencer. Dobletes de Cristiano y Di María. El 1-0 al descanso impacientó al Bernabéu. Di María culminó un gran partido con una grandísima segunda parte. Íker evitó el de la honra del Copenhague.

XI del Real Madrid
La promesa y el objetivo con el que llegan todos los entrenadores al Real Madrid es común, la de ganar ofreciendo un gran espectáculo. Razones no faltan para marcarse ese objetivo, en este caso son 25 razones traducidas en 25 jugadores del más alto nivel en el panorama internacional, muchos de ellos provienen con el cartel de “estrellas” de sus ligas de procedencia, otros vienen con el hambre necesario para poder colgárselo algún día. El caso es que hasta el momento el Real Madrid va sacando los partidos (salvo el derbi), algunos con goleada como los dos que lleva en Champions, pero no siempre los goles se traducen en espectáculo.

El Real Madrid volvía al Bernabéu en depresión tras el palo y la imagen ofrecida a su afición en el derbi donde se vio un equipo carente de ganas para llevarse los tres puntos, sin entregarse al máximo en el campo, sin capacidad de lucha, reacción ni juego, esa fue su imagen. Ayer el Copenhague era el rival idóneo para resarcirse y dar un golpe sobre la mesa, una ocasión única para demostrar a su afición que no hay rivales pequeños y salir a meter el miedo en el cuerpo a los daneses, era la ocasión de demostrar que este equipo tiene hambre y el único modo, ante un rival tan inferior, era conseguir que los 90 minutos se convirtiesen en una auténtica eternidad desde el mismo momento en el que saltasen al césped.

No fue así, el Real Madrid goleó por inercia al trabajado conjunto de Solbakken, ese hombre que sufre y demuestra en cada jugada su carácter, el mismo que intenta que su equipo tenga cada partido. Los madridistas gozaron de multitud de ocasiones para irse al descanso con una renta mucho mayor que un 1-0. El gol vino de un centro exquisito de Marcelo – el mejor de su equipo en la primera parte – en el que Cristiano únicamente tuvo que picar suavemente el balón a la red. Algo positivo, el Madrid busca recursos si el partido se cierra, Ancelotti leyó bien el partido dando entrada a Carvajal, un hombre con una mayor capacidad ofensiva que Arbeloa, y ayer vino de perlas. El Copenhague cerraba filas, ordenado en su campo, con las líneas muy juntas y cerrando espacios la única manera de llegarles era por las bandas y buscando centros o combinaciones rápidas en el balcón del área, sin locuras ni ataques excesivamente verticales, con paciencia y serenidad, el gol llegaría, eso era seguro.

Esa pausa a la hora de jugar es el sello Ancelotti, es la seña de identidad que le ha transmitido a este equipo, algo muy útil en muchas fases de los partidos, pero no a lo largo de 90 minutos, eso cabrea al Bernabéu. Cuando el Madrid no tiene el balón esa pausa y tranquilidad continúa y la presión se ve afectada, bien es cierto que el partido invitaba a ello, el rival concretamente – sin desmerecer en absoluto al Copenhague – invitaba a bajar un punto la intensidad. 

Lo malo, es que esa intensidad ha sido la vista a lo largo de toda la temporada, convirtiendo al Real Madrid en un equipo muy blandito sin balón al que es muy fácil crearle ocasiones o dominarle en el juego y el Copenhague en varios momentos lo consiguió, con el balón en su poder tocaba sin excesivas dificultades, llegar al área ya era otra historia aunque los daneses llegaron y llegaron bien si no que se lo pregunten a Íker el cual en el último minuto de partido sacó tres balones que eran gol, su segunda parada exquisita y de reflejos felinos, la especialidad del mostoleño. A los blancos les costaba robar y al Copenhague le resultaba muy fácil salir tocando desde atrás y hacerle con la posesión sin excesivos problemas  si eso no se corrige la temporada tiene muy mala pinta, luego que nadie se eche las manos a la cabeza.

XI del Copenhague
Incombustible Di María. El Madrid ganó, goleó, el Bernabéu se divirtió y Di María divirtió al Bernabéu en la segunda parte sirviendo con una magistral rabona el 2-0 a Cristiano Ronaldo, que de nuevo únicamente tuvo que tocar suavemente el balón con la testa ante la maravilla del argentino. Detalle de crack traducido en una tremenda carencia en su pierna mala.



A partir de aquí al equipo danés se le terminó la gasolina y bajó los brazos ante algo esperado, una goleada madridista, aunque lo que venía era un recital del “Fideo” con un zapatazo al palo largo marca de la casa para poner el 3-0 y un doblete en el tiempo de descuento cortesía de la defensa visitante forzado por la presión asfixiante de Morata a los rivales. Muchos dirán que la cantera ciega a la gente, pero la cantera es la que incluso en el minuto 91 y con un 3-0 a favor busca el cuarto y presiona a la defensa rival como si fuese el minuto 1, eso hizo Morata y por eso vino el cuarto, por eso el Bernabéu se enfada con Benzema, por eso la gente quiere más gente con la actitud del canterano, por eso Di María se quedó en el Madrid, por eso el Bernabéu es exigente y el Real Madrid uno de los clubes más grandes del mundo y a la vez más difíciles para un futbolista, la gente quiere trabajo, sin eso seguro que no hay espectáculo.

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Artículo por @vivi10bkk

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